paisajes desvelados

Del 27.04 al 01.06.2023

ACERCA
       DE

PAISAJES DESVELADOS

Andrea Alkalay, Ángela Copello, Claudia Aranovich, Josefina Robirosa, Paula Senderowicz, Solange Baqués

Del 27.04 al 01.06.2023

Curadora Laura Casanovas

 

TEXTO CURATORIAL

 

El paisaje es una construcción cultural que ha pasado por diversas conceptualizaciones desde su nacimiento como género artístico en el siglo XVI. En el actual tiempo, inmerso en la denominada época del Antropoceno caracterizada por la modificación global de los sistemas naturales por la acción humana, el arte revisita la idea de paisaje para poner en perspectiva estéticas y mentalidades, señalar y advertir causas y consecuencias, auscultar pasados y presentes. Las obras de las seis artistas de esta exposición presentan abordajes disímiles en lo formal, plástico y técnico, pero con un denominador común: la ampliación de la imaginación para desvelar descubrir paisajes que alienten nuevos vínculos entre lo humano y lo no humano. La pintura de Josefina Robirosa con focos anaranjados de fuego alerta sobre la tragedia, cuyos límites del cuadro no nos permiten dimensionarla, mientras aún predomina la espesura verde de envolventes pinceladas. Ese Edén ¿perdido para siempre? que en las fotografías de Ángela Copello toma la forma de follaje como muro/escudo protector ¿de sí mismo, de otros? Trazos y colores en el rítmico biombo de Paula Senderowicz conversan con la historia del arte haciendo de la figura humana un elemento más, demorando la posibilidad del cataclismo. Mientras que la tecnología encuentra en las tomas de Andrea Alkalay una geometría de líneas y tonos latentes en la imagen la cual, a su vez, se corporiza proponiendo relieves. Intimistas y poéticos son los territorios fríos de Solange Baques construidos en la intersección entre memoria familiar y texturas de papeles. En tanto, las enigmáticas esferas y semiesferas de Claudia Aranovich solicitan el acercamiento del cuerpo a esos pequeños orificios para ver lo que suele costar aceptar: que el paisaje a desvelar está adentro como la savia de los troncosy el afuera es su destructiva o preciosa manifestación.          

                                                                                                       

Laura Casanovas

Andrea Alkalay

La serie establece un diálogo entre figuración y abstracción donde lo auténtico se encuentra con lo manipulado, superponiéndose. En primer plano está la escenografía monocromática y luego su trasfondo digital. En este collage fotográfico, las gamas de colores funcionan como un código de barras cuya información proviene de la naturaleza. Se revelan mediante el plisado que da volumen, irrumpiendo la geografía con otra topografía. Exploro lo ilusorio del paisaje natural y su descomposición cromática, transfiriendo lo captado en un sentido (la vista) a los códigos de otro sistema (RGB). Me interesa, así, construir nuevos escenarios para proponer otras lecturas.

Claudia Aranovich

El proyecto despliega esferas y semiesferas u “ojos” o “mundos”, en cuyo interior el espectador descubrirá, a través de las lupas incluidas en cada objeto, lo que aparentan ser abismos vegetales y marinos, micro escenas de ruinas de civilizaciones, especie de paraísos perdidos, elementos intrigantes. Visiones que son desafíos a la imaginación con sus distorsiones y profundidades infinitas.

El objetivo es visibilizar y repensar la crisis ecológica. Catástrofes ambientales incontrolables causadas por la destrucción de los eco-sistemas hacen dudoso el futuro de los seres vivos en el planeta. La disposición sobre la pared o el piso de los objetos en resina solicitan el movimiento del cuerpo para acercarse a una naturaleza tan preciosa como castigada la cual, a pesar de todo, aún resguarda su savia. 

Solange Baqués

Paisajes que imaginaba en mi infancia y juventud, relacionados al negocio familiar, son las escenas que fui a buscar a su verdadero lugar de origen, Finlandia. Esta obra se inicia a partir de tomas directas digitales impresas en papel prensa. En el proceso de capturar esas imágenes se tendía una red compleja entre los lugares que visitaba, los recuerdos y el papel: la materia que la empresa produjo durante tantos años. El papel transformado, impreso, perforado, comenzó a acortar la distancia entre las historias de entonces y las actuales durante el encierro por el Covid-19, cuando quedé varada en Haukiharvi. El troquelado manual, un gesto íntimo y contemplativo, buscó transformar ese paisaje y embellecerlo ante la angustia del momento, superponiendo formas para generar otro, el propio. 

Ángela Copello

En este trabajo sitúo la mirada en la prolífica vegetación de selvas y bosques fotografiando los bolsones de flora agreste que perduran entre ciudades y campos cultivados. Cada imagen es una muestra de la naturaleza en estado puro, segmentos de su exuberancia.

Una gama inagotable de verdes. En mi imaginario, éste es el paisaje del paraíso. Fragmentos de un manto infinito. También red de meditación allí donde el tiempo se detiene abriéndose un espacio de consciencia del aquí y ahora. Pero, a su vez, son muros/telones ocultando la utopía de lo que estamos constantemente buscando. Una belleza por momentos idílica con el potencial de transformarse en un paisaje de miedos y horrores. Será el aprendizaje, a través de la contemplación, el que permita traspasar el muro. 

Paula Senderowicz

El paraíso se muerde la cola despliega un bosque húmedo, en donde los cambios de temperatura se reflejan en la modulación del color que compone el relato. El biombo se despega del muro para habitar el espacio. La mirada atenta descubre cuerpos tan perdidos como el paraíso, entregados al erotismo y a la celebración del desconcierto. Lo profano es sacro y viceversa. El tiempo es otro o es el mismo que se va extraviando.

Si la catástrofe afecta el acto de pintar en sí mismo, como dice Gilles Deleuze, Preludio para aguas danzantes podría ser la antesala de un cataclismo. Lo pinté escuchando a Debussy con la sensación de estar en una dimensión flotante. El agua desmesurada muta en configuraciones efímeras que el viento golpea en un movimiento desprolijo. Lo que perdura es el bisbiseo inicial, el ritmo irresistible del universo.

 

Josefina Robirosa (Buenos Aires, 1932-2022)

“Hay más cosas en el cielo y la tierra de las que sueña nuestra razón”, JF. La pintura Todos los fuegos el fuego I, de 1996, nos sitúa frente a uno de los destacados bosques de esta gran artista argentina, materializado desde una subjetividad en la frontera entre la abstracción y la figuración (característica transversal a su obra). Es posible ingresar en él desde distintos lugares complementarios. Por un lado, el título es homónimo al de un cuento del célebre escritor Julio Cortázar, donde el fuego es uno de los protagonistas. Por otro lado, la tragedia ecológica resuena con fuerza sobre este fragmento, que no permite dimensionar con exactitud lo sucedido. A su vez, nos sumerge en la lógica de la pintura al advertir el trabajo de cortas y rítmicas pinceladas sobre el plano, configurando un follaje donde el predominante verde se encuentra interrumpido por el anaranjado a manera de estridentes focos que solicitan la mirada. 

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