Carlos Gallardo – El hilo invisible

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Oda galería de arte, en colaboración con el coreógrafo Mauricio Wainrot, se complace en presentar la muestra El hilo invisible del artista argentino Carlos Gallardo con curaduría de Patricia Rizzo. Artista plástico multifacético, ha combinado a lo largo de su carrera múltiples disciplinas artísticas. 

La muestra es un recorte antológico enfocado principalmente en sus pinturas, un panorama de algunas de las muchas formas que tomó su obra a lo largo de su trayectoria con la que dejó una marca generacional. Incluye además algunas fotografías y objetos. Sus obras reconstruyeron el pasado, dejando aflorar un inventario de conocimientos en donde se cruzaron no sólo referencias estéticas, sino también la arqueología, la historia y la psicología. 

Gallardo construyó sus trabajos a partir de curiosos soportes y objetos: un viejo buzón, calendarios, cartas y fotos antiguas, postales, cajas, máquinas abandonadas, entre otros. Para el artista, tanto los cuadros-objeto, como las instalaciones y relieves desplegados constituyeron un vehículo para situarse en el centro de grandes constantes existenciales: el ser, el tiempo, la memoria y la despersonalización del hombre contemporáneo.


Texto curatorial

ARQUEOLOGÍA DEL PRESENTE: EL HILO INVISIBLE ENTRE LAS COSAS

A lo largo de su recorrido artístico Carlos Gallardo indagó en las relaciones que se establecen entre las imágenes, los objetos y los acontecimientos. Las preocupaciones centrales de su vasta producción giran en torno a las remembranzas y sus rastros, al transcurrir y a su fluir inaprensible. La memoria, la fugacidad y la permanencia, el tiempo y sus derivaciones temáticas fueron núcleos de una larga trama que condensa las ideas que ha ido repitiendo y que se reflejaron en un cuerpo de obra extenso, sorprendente ante la multiplicidad de medios utilizados; líneas de trabajo que bien podrían leerse como diarios en clave, una memorabilia expresada en una pluralidad de recursos. Registros y narraciones sucesivas y un despliegue de soportes que se tradujeron en lo que autodenominó una arqueología del presente

Hay afinidad entre la tarea de Gallardo y un conservador museológico. Entre los muchos elementos que han configurado el carácter de su producción cuenta también su lectura particular, hechos, objetos y visiones, la valoración de ciertas circunstancias. Insisto en la variedad de lenguajes y disciplinas que transitó, el arco de sus intereses fue muy amplio. Investigar su obra transmite su mirada atraída ante los sucesos y las cosas. Hubo en sus indagaciones una manifiesta fascinación por el mundo y las criaturas que lo pueblan, materializó sus remembranzas en un itinerario creativo que incluyó pinturas, objetos, fotografías, escenografías e instalaciones en las que dejó restos simbólicos que las evocan, cargadas de connotaciones, más allá de la perspectiva o anécdota inicial, exponentes de vinculaciones audaces. Naturalmente, con el predominio del arte.

Muchos trabajos desarrollados aquí, su ciudad de origen, o en el exterior parecen atrapar también instantes autobiográficos, una intimidad que asoma, pero no llega a revelarse. Tematizó su vida en la obra. Ha cumplido la experiencia real de la inmigración, la traduce; su condición de viajero permanente también asoma, pero entabló relaciones con toda clase de dispositivos disparadores en su constante inquietud. Las diversas vías que tomaron sus exploraciones se fusionan y conviven; distintas lógicas, las mismas líneas conductoras. Su obra da cuenta de que lo imaginario y la realidad nos solicitan al mismo tiempo. 

Hay muchos objetos encontrados que le gustaba guardar, dotado de una especial sensibilidad para identificarse con un sinnúmero de cosas, recogía por todas partes infinidad de elementos. De esos husmeos constantes regresa en posesión de los trofeos que le deja su disimulada aventura. Le sirven servilletas, buzones, cadenas, boletos de tren, semillas, bolsas de correo y manojos de cartas encerradas -parecía querer evitar que se dispersen-. Contra una lógica utilitaria, aproximaciones intuitivas, afectivas, en la sucesión y la alquimia de todos esos materiales la memoria como el hilván de sus argumentos, un espíritu lúcido embarcado en la aventura del descubrimiento porque su curiosidad le otorga una actitud celebrante. Algunas de sus piezas destilan un fino humor, guiños irónicos y también nieblas y silencios que articulan un juego de relaciones complejas, como si fuera un rompecabezas que no encaja. “Siempre estoy atento a la aparición de elementos opuestos, a la energía de algo que fue, o que está por irse”, dijo. Se trata del meollo de su búsqueda, el fluir de las interrelaciones, el extrañamiento voluntario que se convierte en asombro, la analogía universal. 

Con su larga experiencia como clasificador, observador y registrador, penetraba en sus recuerdos y también en las fabulas de su memoria, engañosa o deliberadamente reordenada. Parecía querer acceder a la intimidad de las cosas, las que escrutaba desde sus distintas aristas. Revivía las imágenes de ese derrotero constante mientras espiaba con ojos avezados el mundo y proyectaba a su vez otras visiones, reelaboradas e integradas entre su imaginario y sus invocaciones, un proceso constante de ánimo inquisidor. El gran curioso, en busca de respuestas a sus enigmas. Según sus palabras, “en la búsqueda del hilo invisible detrás de todas las cosas y de todas las acciones”. Deja testimonio de casi todo, el mundo abría ante él un escenario hipnótico en el que siempre se representaba una historia cuyo principio y fin inicialmente le eran desconocidos. Su tarea autoimpuesta, metódica y minuciosa se conjuga en una especie de alabanza de cuanto ve. De esa revisión y de sus minuciosas anotaciones profusas en informaciones originales e intrusivas queda su producción. Un resumen particular del que ya no hay olvido. 

Su trabajo alcanzó reconocimiento internacional y localmente obtuvo un lugar de prestigio y respeto que se conserva en el recuerdo cariñoso de sus pares. La exhibición muestra un recorte antológico enfocado principalmente en sus realizaciones pictóricas, un panorama de algunas de las muchas formas que tomó su obra a lo largo de su extensa trayectoria con la que dejó una marca generacional. 

Un día de tormenta, Gallardo se fue del plano temporal. Ya sabe del misterio detrás de los calendarios. Dejó abundantes registros de esa oscilación constante entre las relaciones de lo divergente y lo que no lo es. Su obra se ha nutrido de esas correspondencias posibles, huellas que tradujo poéticamente y en las que estuvo comprobando la coherencia en el caos. 

Patricia Rizzo

Curadora, febrero de 2025

Hasta el 22.04, lunes a jueves de 15 a 19




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