EL OJO ANFIBIO
Josefina Penedo
Curador Eduardo Stupía
Del 29.07 al 26.08
EL OJO ANFIBIO
En algunas estaciones de la traslúcida y elegante morfología donde Josefina Penedo hace germinar las exuberantes floraciones, los brotes y erupciones de su híbrido reservorio, resuenan sobriamente los ecos de Monet, aunque hay en esta sintonía mucho más de herencia espiritual, y conceptual, que de fidelidad iconográfica. En recatada afinidad con el revolucionario abandono del punto de vista único para concebir el cuadro que el maestro de Giverny impuso en el extraordinario ciclo de Las Nenúfares, el abordaje que ensaya la artista quiebra toda hipotética arquitectura escénica del paisaje para proponer la lógica del plano rebatido.
A la vez, así como disuelve el soporte en los flujos y reflujos de una diáfana corriente inmóvil, donde sus vegetaciones se alzan en coreográficas poses, Penedo extrae de él cualidades alternativas, para convertirlo en una recámara subacuática de eléctrica reverberancia, donde se agolpan fulgurantes voluptuosidades que se reproducen en abisal orografía. También, con equivalente naturalidad, urde con enmarañados lujos el espectáculo de una quimérica jungla, conduciéndonos magnéticamente a la intimidad centrípeta de ese palaciego vergel.
La empatía, la impregnación sensible y reflexiva que Penedo confiesa con el agua, materia prima de la vida y de los sueños, es el combustible que nutre los camouflages de sus terrenales jardines diurnos, como los artificios policromos, celulares y tentacularios que hibernan en la placentaria sensualidad de un invisible líquido, con tonalidades de fosforescencia nocturnal. El espectador bucea entre simulacros de líquenes, erizos, rizomas inclasificables, o es el paseante que cautivado se detiene en las orillas trémulas de hipnóticos estanques, y la mirada es entrenada para respirar con idéntica plenitud y fascinación tanto en el aire como en las profundidades de esta misteriosa dualidad extraterritorial.
Eduardo Stupía