Josefina

ROBIROSA

dibujo y pintura

Josefina

ROBIROSA

BIOGRAFÍA

Buenos Aires, 1932 – 2022

Estudió pintura con Héctor Basaldúa y Elisabeth von Rendell.
Su primera exhibición individual fue en la Galería Bonino de Buenos Aires en 1957, siguieron ocho muestras a lo largo de los años en la misma galería, luego expuso en las Galerías Rubbers y Ruth Benzacar.

Formó parte del grupo de artistas del Instituto Di Tella porteño que revolucionó la percepción artística de la Argentina de los años 60.

Entre sus premios se destacan:

2012 – Premio Konex Mención Especial a la Trayectoria en Artes Visuales

2001 Salón Nacional de las Artes Visuales, Sección Pintura, 2o Premio, y el mismo año Mención Honorífica Premio Fundación Banco Ciudad

1996 Premio Trabucco adquisición, Academia Nacional de Bellas Artes

1968 Premio Codex de Pintura Latinoamericana, Museo Nacional de Bellas Artes

1967 2do Premio Salón Nacional de Artes Plásticas de Buenos Aires

Es miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes.

Sus obras pertenecen a la colección del Museo Nacional de Bellas Artes, Museo de Arte Moderno, Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires, el Museo “Genaro Pérez”, las Colecciones Chase Manhattan (Argentina), ITT (Nueva York), Albright-Knox (Búfalo, Estados Unidos), Neiman Marcus (Houston, Texas), y Heini Thyssen (Suiza), entre otras.

MANIFIESTO

Yo pinto.
Desde hace años, desde que era chica, desde que era distinta a como soy ahora, durante todo el tiempo que estuve construyendo esto que soy, esto que pinto. Para mí, esta pintura que saco de mi casa, de mi taller, esta pintura que cuelgo delante de la gente, no es mi ropa.
Ni siquiera mi piel o mi cabeza.
Mi pintura soy yo y esto suena tan simple que no sé si debo decirlo.
Pero debo decirlo para que se entienda por qué no puedo hablar de mi pintura.
Sería como pararme delante de la gente a hablar de mí y esa tarea me llevaría otros 34 años con sus días y sus noches.
Además, sería otro oficio.
Además, está el pudor.
También está mi pintura colgada de las paredes, de los techos. Cuando uno está seguro, no hay pudor que valga.
Me llamo Josefina Robirosa. Soy Josefina Robirosa.
Mi pintura se llama como yo.
Yo soy esa pintura y que Dios me ayude.

Obras de arte

#MASDECERCA

MERCEDES CASANEGRA

Mercedes dejó impecablemente colgada la muestra de Josefina Robirosa en OdA días antes de que se declarara la cuarentena. A la espera de poder mostrarla, la entrevistamos para que nos cuente sus rutinas y motivaciones.
¿Cuál es el momento del día que más te gusta y por qué?

El momento del día que prefiero cambia de acuerdo a la estación. Sin embargo, tal vez, sean las mañanas siempre, porque la luz de la mañana, y sobre todo en primavera y verano invade todo, exteriores e interiores. Es contundente. Además, a esas horas me siento más lúcida, más alerta. Y, eso influye directamente en el trabajo de escritura, para el cual la concentración y estar alerta son fundamentales.

¿Tenés una rutina especial que te inspire para escribir?

En primer lugar, la base de la rutina de un escritor de arte es conocer bien y haber frecuentado bastante las obras, las imágenes, sobre las cuales va a que escribir. Esa es la razón de ser, la base fundamental de la escritura critica e histórica. Son el punto de partida ineludible. Cada vez creo más en que esa compenetración, en la cual se conjugan la cabeza y el corazón, es la razón central de este trabajo de escritura. Luego, de manera paralela hay otras herramientas y factores que convergen. Por supuesto, razones históricas, programáticas, poéticas, entre otras. La relación con la obra, con la imagen es la parte ineludible de ese camino, desde lo perceptivo, lo intelectual, y desde lo emotivo, o sea, el corazón. Por todas estas razones escribir sobre arte es una fiesta. Cada vez me gustan más las obras, las imágenes… y cada vez valoro más la relación de ellas con el espacio, es decir, con la arquitectura donde se instalan, con la pared que las soporta, con la luz ambiente, entre otros. De allí también, la razón de ser de la curaduría. Se trata de una tarea fascinante que reúne también todos los elementos y momentos que acabo de nombrar.

¿Cómo fue que conociste a Josefina Robirosa y te involucraste tanto con ella y su obra?

Mi relación con Josefina tiene varias ramas. Primero conocí a Jorge Michel, su marido, después conocí su casa y su taller, muchos años atrás. Y, en los años noventa empezamos a ser vecinas. Vivimos en el edificio del arquitecto alemán Schindler, sobre la avenida Caseros entre Defensa y Bolivar, en distintos cuerpos. Así se dio la oportunidad de que ella me ofreciera hacer la investigación y texto para el primer libro que se publicó sobre ella cuando era artista de la galería Ruth Benzacar en un momento avanzado de su carrera de artista.

Sos historiadora, académica, crítica, investigadora y curadora de arte, ¿Cuál fue el mayor desafío en tu carrera?

Fueron muchos. Trabajé tanto que a veces me doy cuenta que si no tengo un catálogo, una nota, etc. que me recuerden tal o cual trabajo sobre un artista o artistas, ya sea nota, libro, curaduría, entre otros, no los puedo retener a todos. Son treinta y cinco años de trabajo. Por suerte, tengo la documentación bastante ordenada y completa. Sin embargo, tal vez, el mayor desafío y uno de los trabajos que más disfruté y tuve reconocimiento haya sido un singular encargo que me hizo un grupo de miembros de la comisión de ArteBA en el año 2003, época de la presidencia de Jacobo -Fito- Fiterman- su creador, junto a un grupo. Sotheby’s Nueva York les hizo a ellos una invitación para exhibir en las salas de la sede de la casa de remates en esa ciudad, una exposición no comercial, sino institucional de arte argentino contemporáneo, que se montaría de manera paralela en sala contigua a la exposición de arte latinoamericano para el remate de noviembre del año 2003. “El silencio y la violencia”, título que elegí, fue un éxito interesante. Los artistas iban de Víctor Grippo, Luis F. Benedit, León Ferrari, Norberto Gómez, Alberto Heredia, Graciela Sacco, Jorge Macchi, Cristina Piffer, Edgardo A. Vigo y Oscar Bony. Puse foco en artistas de los años 70 y sus desarrollos posteriores.

¿A quién recurrís cuando necesitás una opinión o una primera lectura de tus trabajos?

En primer lugar a Gustavo Sosa Pinilla, mi marido, es fotógrafo, pero alguien curioso e interesado en todo por naturaleza. Ha leído muchísimo y tiene un agudo sentido para la lectura. Luego, puedo recurrir a otros.

¿A quién admirás en el ámbito artístico y por qué?

A muchos, hay talentos. No sé si la pregunta va dirigida a nombres de artistas o historiadores, teóricos, curadores. En el segundo grupo y de mi generación, a Marcelo Pacheco, a Adriana Lauria, historiadores del arte de la U.B.A., como yo y de mi generación. Aprecio mucho a otros mayores como Nelly Perazzo, Elena Oliveras, Jorge López Anaya, que fueron una generación fundamental, anterior a la nuestra. Incluso a Jorge Glusberg, personaje polémico, quien fue un hacedor, ambicioso en el buen sentido, tuvo un perfil muy alto. Cuando pienso que tuve el cargo de presidente de la Asociación Argentina de Críticos de Arte, filial de la internacional, como él, me impresiona un poco.

¿Tenés algún proyecto en mente o en concreto que quieras compartir?

Sí, seguir adelante con un proyecto de investigación comenzado muchos años atrás sobre la obra de Victor Grippo en relación con la alquimia. Es un tema complejo pero de enorme interés porque surge a partir de la esencia del ser humano, y luego se abre de una manera muy vital como la savia a través de las ramas de un árbol.

Dentro del ámbito profesional, ¿qué logro es el que más te enorgullece?

Me referiría a algo que no tiene que ver con cuestiones egoicas, sino relacionadas con mi formación, como haber conocido muy de cerca, ya graduada, a artistas como Luis Felipe Noé, Kenneth Kemble, Victor Grippo, Norberto Gomez, entre otros.

Volviendo a Josefina y su obra: tu selección de trabajos para la muestra en OdA, ¿En qué se basó? ¿Querés anticipar de qué se trata?

La selección de obras de Josefina Robirosa que se va a mostrar en OdA es inédita como conjunto. Son todos dibujos, de distintas épocas. Ella comenzó su trayectoria a través del dibujo. Pero, se trataba de épocas en que el dibujo tenía otro lugar en las Artes Visuales. Hoy en día y desde unos cuantos años atrás, alrededor de diez, el dibujo tiene una autonomía propia y se ubicó a la par de la pintura y de otras disciplinas artísticas. En 2010 tuvo lugar en el MOMA de Nueva York, On Line, una exposición con curaduría de Catherine de Zegher, curadora belga, y de Cornelia Butler. Ellas realizaron una revisión histórica del dibujo en el siglo XX a partir de Vasily Kandisnky hasta casi el presente, que lleva a la consideración del mismo y que está en boga en la actualidad de manera expandida, interesante y variada.

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